Maquillaje y lujo tras el velo islámico
Un momento de libertad, un soplo de aire fresco, un instante para mostrar su belleza. Los centros de belleza son uno de los pocos lugares en los que las mujeres saudíes pueden quitarse el velo, el llamado niqab, que las esconde por ley del resto de la humanidad. La belleza es un negocio que mueve miles de millones al año en muchos países árabes, y precisamente Arabia Saudí es uno de los que más. Junto con las mujeres iraníes, las saudíes son las que más gastan en cosméticos en Oriente Próximo.
Después de este momento despojada de su niqab, ese momento en el que si quieren también pueden deshacerse de esa larga capa negra llamada abaya, momento en el que dejan descubrir al resto de las mujeres del lugar que visten pantalones ajustados e incluso camisetas de tirantes, después de ese momento, cuando abren la puerta para salir a la calle, obligadamente vuelven a su cárcel negra. Y esa cárcel la forman, además de las prendas mencionadas, una más: la mayoría de las mujeres saudíes utilizan un fular negro, fino, que dejan caer por encima del niqab al que llaman gotwah.
Si su cara está prácticamente tapada por completo, ¿ante quién lucir entonces tan bonito maquillaje? Nosotras nos maquillamos para estar más guapas para nosotras mismas y para lucir cada mañana un rostro perfecto ante todo aquel que se nos pueda cruzar a lo largo del día. Pero a ellas tan sólo pueden verlas sus maridos, en la intimidad de sus hogares. La humanidad se está perdiendo la belleza árabe.
Efectivamente, la mujeres saudíes son coquetas como las que más. Sólo podemos ver sus ojos. Y no renuncian a deslumbrarnos con su profunda mirada. Lo tienen difícil, porque el uso del maquillaje aún hoy sigue estando mal visto entre los sectores más conservadores del país. Hubo un tiempo, pasada la revolución islámica, en el que los cosméticos estaban prohibidos. Las mujeres a las que descubrían maquilladas eran sometidas a tortura, tortura que consistía en quitarles la pintura de la cara con un estropajo.
Aún hoy las funcionarias y las estudiantes tienen prohibido maquillarse. Gran parte del maquillaje llega de contrabando, a pesar de que en los años 90 se volvió a permitir la importación de algunos tipos de maquillaje como sombras de ojos, pintalabios y pintauñas. Lo del rímmel de ojos por ejemplo, es otra historia, y aunque como ves, es uno de los productos que más utilizan, los hay que se oponen firmemente. Hay hombres que van más allá de la mera oposición, piensan que las mujeres deberían enseñar tan sólo un ojo, porque con los dos puede llegar a provocar con la mirada.
Esa intensa mirada, lo único que les queda para poder expresarse, su único salvoconducto. Esa intensa mirada que potencian con rebeldía, que acentúan con lápiz negro y a veces con un exceso de maquillaje. Rebeldía ante unas restricciones que sobrepasan las propias de la Ley Islámica, pues en Arabia Saudí son especialmente estrictos con este tema, más que en otros países que comparten su política y su religión. Es más, el Corán se refiere a todos los seres humanos sin discriminar por su raza, su color o su sexo. Una prueba más de que la humillación que nosotros percibimos de la mujer árabe nada tiene que ver con lo divino, sino con lo meramente humano.
A pesar de todo, no hay quien impida que la mujeres saudíes se pongan guapas. Expertas en belleza, su manera de maquillarse es de lo más especial, sus peinados espectaculares, cuidan hasta el más mínimo detalle. Desde Diario Femenino te invitamos a que descubras la belleza escondida de estas mujeres.
Después de este momento despojada de su niqab, ese momento en el que si quieren también pueden deshacerse de esa larga capa negra llamada abaya, momento en el que dejan descubrir al resto de las mujeres del lugar que visten pantalones ajustados e incluso camisetas de tirantes, después de ese momento, cuando abren la puerta para salir a la calle, obligadamente vuelven a su cárcel negra. Y esa cárcel la forman, además de las prendas mencionadas, una más: la mayoría de las mujeres saudíes utilizan un fular negro, fino, que dejan caer por encima del niqab al que llaman gotwah.
Si su cara está prácticamente tapada por completo, ¿ante quién lucir entonces tan bonito maquillaje? Nosotras nos maquillamos para estar más guapas para nosotras mismas y para lucir cada mañana un rostro perfecto ante todo aquel que se nos pueda cruzar a lo largo del día. Pero a ellas tan sólo pueden verlas sus maridos, en la intimidad de sus hogares. La humanidad se está perdiendo la belleza árabe.
Las saudíes, las más coquetas
Efectivamente, la mujeres saudíes son coquetas como las que más. Sólo podemos ver sus ojos. Y no renuncian a deslumbrarnos con su profunda mirada. Lo tienen difícil, porque el uso del maquillaje aún hoy sigue estando mal visto entre los sectores más conservadores del país. Hubo un tiempo, pasada la revolución islámica, en el que los cosméticos estaban prohibidos. Las mujeres a las que descubrían maquilladas eran sometidas a tortura, tortura que consistía en quitarles la pintura de la cara con un estropajo.
Aún hoy las funcionarias y las estudiantes tienen prohibido maquillarse. Gran parte del maquillaje llega de contrabando, a pesar de que en los años 90 se volvió a permitir la importación de algunos tipos de maquillaje como sombras de ojos, pintalabios y pintauñas. Lo del rímmel de ojos por ejemplo, es otra historia, y aunque como ves, es uno de los productos que más utilizan, los hay que se oponen firmemente. Hay hombres que van más allá de la mera oposición, piensan que las mujeres deberían enseñar tan sólo un ojo, porque con los dos puede llegar a provocar con la mirada.
Esa intensa mirada, lo único que les queda para poder expresarse, su único salvoconducto. Esa intensa mirada que potencian con rebeldía, que acentúan con lápiz negro y a veces con un exceso de maquillaje. Rebeldía ante unas restricciones que sobrepasan las propias de la Ley Islámica, pues en Arabia Saudí son especialmente estrictos con este tema, más que en otros países que comparten su política y su religión. Es más, el Corán se refiere a todos los seres humanos sin discriminar por su raza, su color o su sexo. Una prueba más de que la humillación que nosotros percibimos de la mujer árabe nada tiene que ver con lo divino, sino con lo meramente humano.
A pesar de todo, no hay quien impida que la mujeres saudíes se pongan guapas. Expertas en belleza, su manera de maquillarse es de lo más especial, sus peinados espectaculares, cuidan hasta el más mínimo detalle. Desde Diario Femenino te invitamos a que descubras la belleza escondida de estas mujeres.
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