La feminización de la pobreza: por qué la mujer es más pobre que el hombre
En el Día Internacional Para la Erradicación de la Pobreza, que se celebra cada 17 de octubre, analizamos los motivos por los que este problema afecta más a las mujeres. A pesar de las acciones que se promueven desde diversas organizaciones para paliar este estado de indigencia, lo cierto es que la pobreza afecta a unos 1.500 millones de personas en todo el mundo. Y lo curioso es que el 70 % son mujeres. ¿Por qué este problema afecta más a las mujeres que a los hombres?
La feminización de la pobreza
De los millones de personas que viven con menos de un dólar al día, franja donde se sitúa el umbral de la pobreza, la gran mayoría son mujeres. Además la pobreza va en aumento no sólo en los países en desarrollo, sino que la crisis actual está dejando a muchas familias en una situación de indigencia en el llamado primer mundo. Y mientras la pobreza aumenta, la franja que separa las condiciones de hombres y mujeres se va haciendo cada vez más grande. Se trata de un fenómeno conocido como la feminización de la pobreza.
Mujeres que están al frente de sus familias, como por ejemplo el caso de la mujer rural, que no cuentan con los recursos básicos y a las que no se les reconoce su trabajo. Mujeres que mientras estén atrapadas en esa situación de pobreza extrema poco pueden hacer para salir de esa situación si no cuentan con las herramientas necesarias para gestionar su propia tierra o su herencia, que generalmente está en manos de sus maridos.
Por qué la pobreza afecta más a las mujeres
Con los datos en la mano parece claro que la pobreza también es una cuestión de género. Son varios los motivos por los que la pobreza incide más en las mujeres pero en la base del problema se sitúa la desigualdad y la posición subordinada que aún hoy mantiene la mujer respecto al hombre.
Lo cierto es que la mujer sigue accediendo al mercado de trabajo en peores condiciones que el hombre. En muchos lugares del mundo, las mujeres no tienen acceso a una educación básica centrando su función en el cuidado de la familia. Esto supone, entre otras cosas, que si en algún caso ingresan en el mundo laboral, el salario será menor que el del hombre. Si la desigualdad de género es algo contra lo que aún estamos actuando en los países desarrollados, la brecha entre los derechos de mujeres y hombres se hace inmensa en aquellos lugares donde la pobreza afecta a una gran parte de la población.
Se hacen necesarias políticas más activas de concienciación social para disminuir en lo posible la desigualdad entre hombres y mujeres, y se requieren más ayudas por parte de las instituciones para dar a estas mujeres la posibilidad de desarrollarse y evolucionar económica y socialmente. La concesión de préstamos a mujeres y los programas sociales de acceso a la educación están cambiando un tanto la situación. Pero aún queda mucho por hacer.
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