¿Preparada para el fin del mundo?
Ayer este vídeo mi hizo pensar. Me lo mandó un amigo con el que he hecho un pacto que recomiendo a todos: vivir como si el 21 de diciembre el mundo se fuese a acabar (pero de verdad).
"Chicas, ¿estáis preparadas para morir?", pregunto sin venir a cuento a la hora del cafecito. "¡Anita, por favor, ¡qué tonterías estás diciendo!" A Rosa no le gustan nada estas conversaciones. Dice que es porque nunca hay que pensar en cosas malas, que el poder de la mente es tal que si consigues mantener alejados los pensamientos negativos de la cabeza nunca tendrán la fuerza suficiente para materializarse. En realidad la envidio.
"Me refiero a que si ya habéis hecho todo lo que queríais hacer. Que si tenéis la conciencia tranquila como para moriros mañana e iros tranquilas y en paz..." "Madre mía Anita, se te ha ido la pinza. ¡Si tú jamás has creído en nada más allá de la muerte", me reprende Mari Pili. "Y sigo sin creer. Pero me gustaría saber que estoy aprovechando hasta que llegue".
Ésa es la cuestión: 'estar preparada para morir' es 'estar aprovechando la vida'. Porque nos pasamos la existencia quejándonos, discutiendo, sufriendo, esperando... sobre todo esperando. ¿El qué? Da igual; en cuanto llega, la ambición e insatisfacción de nuestra imperfecta naturaleza -en unos mayores que en otros- genera un siguiente objetivo que no nos permite ser felices hasta que éste se logra. Y así constantemente... A veces, ni siquiera deseamos realmente lo que esperamos.
El 21 de diciembre de 2012 está ahí. Según el calendario maya, ese día será el último de nuestra existencia, el fin del mundo, el Apocalipsis final. Obviamente yo no me lo creo, pero me encanta jugar a creérmelo para aprovechar la vida de verdad, aunque sólo sea durante poco más de un mes. ¿Que qué haré cuando pase esa fecha? Buscarme otro objetivo con el que seguir posponiendo la felicidad, desaprovechando la vida, 'despreparándome' para la muerte.
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